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jueves, 23 de octubre de 2008

A la Soledad

Aunque tu nombre es Dolores
te llamamos Soledad,
pues regresas del sepulcro
donde acabas de dejar
tu corazón destrozado
por el agudo puñal
que mis pecados clavaron
en tu pecho de cristal.
¡Ya no tienes el espejo
donde te solías mirar!
Se te rompió en el Calvario.
-El más sacrosanto Altar-
donde se inmoló tu hijo
como hostia sin igual.
No tienes aquellas manos
que te partían el pan
ni sus pies que fueron sendas
de Fe, de Amor y Verdad.
Ya no te alumbran sus ojos
-Hogueras de caridad-
y que incendiaban de amores
cuanto solía mirar.
También su voz se ha callado
y sin ella mudas estas.
Sola te vuelves María
y tu desconsuelo es tal
que aunque tu nombre es Dolores
Te llamamos Soledad.
José Rafael López Usero
Semana Santa 1991

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